jueves, 27 de noviembre de 2008

Las mujeres y sus manías

Las mujeres se hacen:

- piercings
- tatuajes
- liftings
- tienen partos
- cesáreas
- se hacen liposucciones
- se grapan el estomago
- se quitan costillas
- se ligan las trompas
- se operan los pechos
- se inyectan silicona en cualquier sitio
- se depilan con pinzas
- se depilan zonas sensibles con cera caliente
- se sacan la cutícula
- se depilan las cejas
- se perforan las orejas y narices

y...




...¿¿¿NO LES PUEDES DAR POR EL CULO PORQUE LES DUELE???

VAMOS NO ME JODAS...

viernes, 4 de julio de 2008

Estamos en fiestas!

Tambores de guerra se escuchan levemente a lo lejos. Ritmos bélicos se extienden por toda la llanura de Mallorca escalofriando al más valiente. No hay nadie por las calles. No hay nadie por los bares. Todas las casas están cerradas a cal y canto temerosas ante tal evento.

Si, señoras y caballeros, son las fiestas de mi pueblo.

Deseadme suerte.

martes, 17 de junio de 2008

Odio

1- Odio los mosquitos cabrones que sobrevuelan mi oreja hasta que consiguen despertarme para luego desaparecer. Estoy empezando a pensar que tienen capacidad de camuflaje camaleonil porque cuando me levanto a darles caza no están. Estoy seguro que no los encontraría ni el mismísimo Grissom.

2- Odio los jodidos asesinos al volante que por llegar cinco segundos antes al trabajo hacen una maniobra que por poco provoca un accidente múltiple en medio de la autopista. Siguiendo con el tema de coches añadoa mi lista negra a los aparcachoches. Odio que una persona que no cotiza para la SS se aproveche de los pocos aparcamientos gratuitos que hay en la ciudad y, por si fuera poco, encima gane más dinero que muchas otras personas que ganan su sueldo dignamente. Algún día haré un articulín sobre ellos.

3- Odio las reuniones de negociación en las que estoy sentado frente un espectáculo sexual, en las que mi jefe le hace una larga felación al cliente mostrándole nuestro gran producto innovador para luego darle por culo con el precio y las licencias.

4- El robocó.

lunes, 16 de junio de 2008

Capitulo 1: El Todo Incluido (1/4)

Los hoteles de todo incluido son aquellos en los que te puedes hinchar a comer y beber durante todo el día por un precio bastante ajustado. Muy adecuados para la actual crisis, para los bolsillos estrechos y para las personas que buscan un tipo de relax que incluya una buena ración de marcha. La marcha no está incluida en el paquete ya que la "disco" del hotel cierra a la una, demasiado pronto para un alma nocturna como yo.

Como cada año (desde hace ocho ya) disfruto junto con un puñado de amigos de un fin de semana relajante rodeado de paz, de playa, de naturaleza y de la flora y fauna (autóctona y foránea), sobre todo fauna que campa a sus anchas por el hotel. Todos ellos con olor a aftersun, lenguaje extraño, embriaguez total y un color rojo Ferrari de piel.

¿Quien ha dicho que ser guiri es fácil?

- Te tienes que asar literalmente bajo el sol, porque has venido pocos días y el bronceado se cotiza bastante bien por los países nórdicos.
- Tienes que emborracharte y hacer cánticos que para alguien que no sabe de idiomas tiene semejanza al balar de una oveja enfadada.
- Tienes que apestar (ya obviamos el verbo oler) a aftersun durante todo el día.
- Tienes que vestir con sandalias y calcetines blancos como seña de identidad porque dudo que con la calor que hace sea porque todos tienen los pies fríos.
- En pleno año de eurocopa tienes que ir a ver el fútbol adornado con la correspondiente camiseta que viste la selección de tu país.
- A pesar de estar en un hotel en medio del campo en forma de bungalows y con un precio tan ajustado, te tienes que quejar por todo lo que te moleste, aunque se obvio. Como aclaración diré, querido guiri, que en el campo hay hormigas y que si te echas la siesta tumbado en el césped de delante de tu habitación, es probable que se te suban algunas por la entrepierna.

Nosotros lo hemos intentado pero solo hemos llegado a conseguir grandes méritos, aunque sobradamente, el segundo punto. Para nosotros sonaban bien nuestros cánticos, pero he de reconocer que el idioma mallorquín a oídos externos en plena verborrea etílica puede sonar de lo más desagradable.

Cada uno de los siete integrantes de esta expedición tuvo su papel dentro del equipo pero destacaré a dos de ellos. Del primero diré que se emborrachó a las dos horas de pisar tierra hotelera y luego se dedicó a intentar sin descanso y sin éxito la conquista de la mujer extranjera, y del otro diré no se perdió ni una sola de las seis comidas diarias (desayuno, almuerzo, comida, merienda, cena, post-cena a las dos de la noche o así).

Los detalles me los guardaré para mi recuerdo, aunque no me acuerde de la gran mayoría de ellos, y para el lamento de los que no vinieron y intentaré conseguir alguna que otra foto poco conflictiva para vuestro regocijo y para ver si me ayuda a refrescarme la memória.

Con este evento doy por empezada una serie de cuatro fines de semana, cada cual más intenso e interesante. Hotel, Sant Joan a Ciutadella, cena de final de temporada del fútbol (con autocar de trasporte inclusive) y fiestas de mi pueblo.

Seguiremos informando.

miércoles, 11 de junio de 2008

El viaje de mis sueños

Me hallo en medio de un desierto en algún punto perdido del globo terráqueo. Ya le comenté a Maria que me dan miedo las alturas y los sitios cerrados y que volar durante 8 horas seria un suplicio para mi revuelto estomago.

Nota mental: no tomar fabada antes de volar.

Para hacer más llevadero el viaje, Maria me proporcionó unas pastillas tranquilizantes XXL que me tendrían groggy durante casi todo el viaje.

La situación era normal hasta que se levantó un hombre de gesto serio, rasgos árabes y, pistola en mano, amenazó a una azafata con volarle los sesos si no abría la cabina para que el piloto le llevase hasta no se que sitio en medio de África. La señorita de generoso escote y cabello largo y rubio accedió cual Maria Magdalena a sus pretensiones y el avión volteó sobre sí mismo para dirigirse al nuevo destino a pesar de las advertencias de falta de carburante del piloto. El señor musulman ignoró las palabras del jefe de vuelo.

Con el pasaje revolucionado, niños llorando, alboroto constante, desconcierto general, ataques epilépticos de la chica de mi lado, un anciano siendo reanimado y sobrevolando todavía sobre el mar el piloto anuncia por los altavoces que el avión se ha quedado sin gasolina y que lanzarán el contenido de la bodega para rebajar lastre, en un ataque de gilipollez pensé en mis calzoncillos de Spiderman perdidos en medio del océano, y con la inercia intentar llegar a tierra firme.

Minutos más tarde, después de un aparatoso aterrizaje que seccionó el avión por la mitad, con prácticamente todo el pasaje en forma de cadáveres, los pocos supervivientes decidimos adentrarnos en el desierto en busca de civilización para así intentar salir de aquella pesadilla.

Después de dos días caminando escribo estas lineas, como único superviviente de aquel fatídico viaje, en medio del desierto. Cae la noche y desde mi posición vislumbro unas abundantes luces a lo lejos que se asemejan de una ciudad pero las piernas no quieren dar ni un paso más. Exhausto, hambriento, débil, deshidratado y malherido pierdo el equilibrio y me desmayo.

No se cuanto tiempo pasó hasta oír una voz femenina que me acariciaba la cara suavemente al mismo tiempo que me decía:

- Pep, soy Sonia, ¿quieres una cañita?

Abro los ojos, me limpio la baba que cuelga de la comisura de mis labios, miro los ojos de Sonia fijamente, desciendo la vista unos dos palmos más abajo y con voz cortada y temblorosa respondo.

- Y de tapita, ensaladilla, por favor.

viernes, 6 de junio de 2008

El tiempo

A veces te das cuenta que la vida corre demasiado deprisa. Te das cuenta de ello cuando te paras, te sientas tranquilamente en un banco y te dedicas a observar como pasa la vida, sin ninguna prisa, como si el mundo se hubiese parado esperando a que te vuelvas a montar en él, y notas todas esas cosas que el ajetreo diario no te deja saborear. El canto de los pájaros, el silbido del viento a través de las ramas de los árboles o los latidos de tu propio corazón se superponen a los motores de coches, el estrés en los viandantes y el murmullo urbano. En ese momento te invade una enorme paz y al cabo de unos segundos te pones a pensar y con un rápido flashback vuelves a un momento feliz de tu vida.

La mañana empezó muy temprano a ponerse cuesta arriba al apagar el despertador y empezarme a hacer a la idea de la obligación de levantarme. Los cinco minutitos más de siempre se convirtieron en tres cuartos de hora y con todo eso me dí cuenta que había perdido el bus para ir a la reunión más importante en la historia de mi empresa.

Me lavé la cara. Me vestí adecuadamente para la ocasión, ni demasiado serio ni demasiado informal, al fin y al cabo yo solo era el que iba a presentar las ventajas técnicas del proyecto, no tenia ni que firmar ni que pagar.

Salí del ascensor, miré el reloj y caminé apresuradamente hacia la parada de bus como cada día. Por el camino me encontré con Gonzalo.

Gonzalo es un vagabundo que "habita" tres portales pares más atrás del mio, justo al lado del locutorio donde compra el vino. Según se cuenta, la bebida y el juego le llevó a donde está. Joven apuesto y de carácter ganador años antes se había convertido en una persona que desprendía tristeza y desolación por todos los costados, aunque a él no parecía importarle, a pesar de su estado siempre tenia una sonrisa en su boca. Él tenía algo que las demás personas que lo mirábamos con tristeza no teníamos: Tiempo.

Crucé el parque de delante de mi oficina y llegué hasta el portal. Justo antes de entrar por la puerta noté un leve movimiento al lado del bordillo de la acera. Bajé la vista y vi un pajarito asustadizo que caminaba dando saltitos. Se paró y nos quedamos mirándonos brevemente. Poco a poco me fui acercando a él esperando que huyera volando pero eso no ocurrió. Extendí la mano hasta acariciarlo y después recogerlo delicadamente.

Fui de nuevo hasta el parque y me senté tranquilamente en uno de los bancos. La reunión ya no me importaba una mierda. Cogí a mi pequeño nuevo amigo entre mis manos y lo miré al detalle, probablemente se habría caído del nido. Tenia sangre en las alas. A todos los efectos, ya estaba muerto.

Sentí que ese pequeño pajarillo necesitaba ayuda, necesitaba vivir, necesitaba volar. Me acordé de tantas veces yo había querido volar sin llegar a conseguirlo, así que me decidí a ayudarlo para que él pudiese sentirse libre, para que pudiese volar.

Miré de nuevo mi reloj y lo veía borroso, una pequeña niebla no me permitió ver las agujas, no sabia que hora era, no oía nada más que el silbido del viento al pasar a través de las ramas de los árboles. No notaba el paso del tiempo.

Me acomodé en el banco mientras sonreía. El pajarillo me miraba fijamente como si me estuviese dando las gracias. Miré hacia donde mi vista alcanzaba y al cabo de unos segundos me puse a pensar y con un rápido flashback vuelves a un momento feliz de tu vida.

miércoles, 28 de mayo de 2008

El arte de hacer peyas

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Que levante la mano quien no haya hecho peyas alguna vez. No creo que nadie se disloque el hombro.

Analizando un poco mejor el inventito, la picaresca es la misma que pasa en todas las oficinas que disponen de la tarjetita de marras: "Manolito, hoy me pasas la targetita tu y mañana te la paso yo". Habría sido mejor implantar un chip subcutáneo como a los perros o una marca a fuego como a las vacas. O un piercing, que me imagino que tendría más aceptación entre la juventud.

Recuerdo cuando era "peyero", ademas de estudiante, y el cargo me exigía tomar cañas con limón de doce a una y media en las más acreditadas tascas, alternando el copeo con inteligentes partidas de chinos y finales de Champions League en el futbolín.

Visitaba religiosamente a diario el bar Maimó, templo de los mejores magos de la pelotita futbolinera y auténticos estrategas en el arte del truc, de los chinos o del parchís. Poco a poco esa gente fue acabando sus años de instituto para ir a la facultad, o a la obra, yo iba aprendiendo y, de cada vez, gastando menos dinero en rondas por haber perdido.

A pesar de no existir aun los móviles, todos los del grupo sabíamos que a partir de las doce no se encontraría solo en el bar. El modus operandi era tan fácil como salir pitando de clase, antes de que llegase el profesor de la próxima asignatura. En el camino clase-bar alcanzaba cronometrajes realmente dignos de atleta, tanto es así que tardaba mucho menos que en el simulacro de incendios anual. Conocía la ruta que seguían los docentes y sus respectivos coches para evitar posibles encuentros inesperados y tenia en mente todas las excusas posibles. En aquellos tiempos todavía se respetaba a los profesores. A los padres también.

Ahora, de vez en cuando veo algún que otro chaval jugando a las recreativas y me hace recordar en tiempos pasados y en lo bien que me lo pasaba haciendo lo mismo que él.

miércoles, 7 de mayo de 2008

El placer del desahogo

Hay veces que una simple acción aislada hace disipar la venda que te cubría los ojos. Miras tu reloj y apenas puedes oír su tic tac y te das cuenta que se ha vuelto a quedar parado en la misma hora que ayer. Tu ser está deseando salir de la opresión que le causan las paredes de la casa pero una vez más te sientes estafado por los que te tenían que dar la mano para salir con facilidad del universo en el que estaba encerrado por casualidad.

Me siento como si estuviese entre sosos, calzonazos, reprimidos, ausentes, contenidos, frenados, cohibidos, moderados y sometidos; títeres de la más aplastante de las monotonías. Siento como si los relojes que cada uno de nosotros llevamos muy dentro de nuestro ser funcionasen solo porque yo les doy cuerda cada día. Siento como cada vez, esos relojes hacen más ruido, están mas grises y con menos ganas de funcionar; inundados en un mar de incertidumbre, como si esperasen el juicio final antes de haber corrido lo suficiente como para llegar a cinco manzanas del juzgado.

Ayer, como todos los martes tocaba tarde de amistosa tertulia cerveceada, por ello esperaba ansioso mi cita semanal con los que dicen tener ganas de vivir y ser jóvenes. Un soso, un ausente y un calzonazos aguaron la fiesta.

Moraleja: Mejor estar solo que correteando entre borregos cojos.

sábado, 29 de marzo de 2008

A veces vale más corto y bueno que largo y ...

Hace ya algunas primaveras mi vida nocturna se resumía en la ingestión etílica a gran escala para luego, sin posibilidad de ruborización, lanzarme con mis compañeros de noche, nuestro Jeep y la carabina, a la caza y captura de la fémina que en esas horas estuviese de mejor ver, teniendo en cuenta nuestra visión borrosa. Nosotros nos lo pasábamos bien, no nos importaba nada e iban pasando las noches de forma semejante pero sin ser iguales, con lo que no caíamos en la rutina. Incluso algún que otro día la cacería tuvo éxito, hecho que festejábamos de la mejor manera posible. Salir de marcha cada viernes y cada sábado era casi una religión, una tradición, algo que aunque estuvieses resfriado y con algo de fiebre tenias que cumplir como el respirar.

La gente no tenia móviles, no había euros y con seis mil pesetas te podías ir a cenar de un buen chuletón con vino y luego inflarte a copas. Eran otros tiempos. Tampoco había botellones.

Las películas españolas que solían emitir por la tele nos hacían ver al Latin Lover como una forma de vida interesante y intentábamos parecernos a ellos. Por eso, en aquel entonces no tenia intención de tener novia.

Hasta que apareció Inmaculada.

A Inmaculada, Inma para los amigos, le quedaba perfectamente el nombre a su forma de ser. Chica de rostro angelical, lampiño y suave, pelo largo castaño claro, ojos claros y medidas justas. Los que la conocían me comentaron que tal era su aura que cuando se despedía de alguien nunca se atrevían a contestarle con un "adiós", sino con un "hasta luego" o un "hasta pronto".

El Latin Lover que llevaba dentro se fue desmoronando para centrarme exclusivamente en Inma, la veía todos los sábados con las mismas amigas, en el mismo rincón del pub y bebiendo lo de siempre, un Martini con 7Up.

Un día dí el paso a conocerla. Como no podía ser de otra manera, previa ingesta del agua de los floreros.

Estuvimos hablando largo y tendido durante esa misma noche y durante la siguiente que volvimos a coincidir. Sin darme cuenta había escondido mi carabina para sacar la red de cazar mariposas.

La cosa pintaba muy bien hasta que me dijo que el domingo (al día siguiente) se iba a la península a estudiar y que no volvería hasta el verano siguiente. Estaba claro, la iba a perder. Intenté convencerla para que se quedase, pero todo intento fue en vano. Al rato ella me dijo que ya se tenia que ir porque el avión salia temprano y me dio un beso en la mejilla.

Como decía antes, eran otros tiempos, hoy en día si una chica te da un beso en la mejilla, por muy sincero y cariñoso que sea, lo más normal es que te quedes mirándola con cara del que pela una espiga y le da los granos a otro. Es insuficiente. No basta para nada. Pero cuando Inma me besó noté algo intenso que emergía de los más hondo de mi pecho. Me puse nervioso y hasta enrojecí.

No volví a saber de ella hasta hace poco que me perdí y fui a parar a mi antiguo local de copas, la mayoría eran nuevos pero todavía podía reconocer algunos rostros de gente habitual. Me acerqué al rincón donde siempre estaba Inma y allí estaba ella. Más mujer, con el pelo más corto pero la misma cara de ángel reencarnado en niña. Nos reconocimos al instante.

Me contó que ya había acabado la carrera y que había venido para quedarse, pero la magia del momento solo dura eso, un momento. Las cosas habían cambiado y con el tiempo se nos había ido esa atracción que tuvimos antaño.

Quedamos regularmente como buenos amigos.

miércoles, 19 de marzo de 2008

El calzonazos en seis actos

ACTO 1
El sábado pasado salí de marcha por el sitio habitual y después de un rato de bailar y beber conocí a Mónica. Una chica tímida pero muy mona que estaba apoyada en la pared con cara de aburrimiento. Después de un buen rato de hablar y de estar juntos nos dimos los móviles a la despedida para quedar otra vez en los próximos días. La verdad es que me gustó mucho y espero con ansia volver a verla.

El domingo al medio día ya no podía esperar mas. Voy a llamarla, me dije. La llamé y se acababa de levantar. Saqué la voz más aterciopelada que tengo en el almacén y después de preguntarle si ha dormido bien le propongo ir al cine dejándola elegir la película.

Yo quería ir a ver la ultima película de Chuck Norris pero como la dejé elegir a ella y solo le gustan las películas pasteleras me la tuve que tragar entera. Menos mal que sus besos me ayudaron a pasar el trance. Me encanta como besa, que me toque el culo cuando voy caminando delante de ella, que me abrace y que me coja de la mano al caminar.

Al salir del cine dí la idea de ir a cenar y justo después de oír un dulce "sí, cariño" nos dirigimos a una pizzeria cercana.

ACTO 2
Hoy cumplo un mes con Mónica y le he mandado al trabajo un ramo de flores al trabajo con una tarjetita original. Era lo mínimo que podía hacer, ella vino a verme jugar a fútbol el día que cumplíamos 15 días juntos.

A media mañana me ha llamado emocionadísima, dándome las gracias por ser como soy y me ha dicho a ver si la podía pasar a buscar por su casa, así de paso conocería a sus padres. ¡Madre mía esta tia va rápido!, pensé al momento pero aún así acepté la sugerencia. Por la tarde he llamado a un restaurante bueno que conozco para pedir mesa para dos y también he ido a comprarle un libro que me había pedido y a recoger a su hermana del trabajo, que tiene el coche en el taller. La de cosas que se pueden hacer cuando se está enamorado.

Cuando esta mañana me ha dicho lo de conocer a sus padres me ha dado un poco de repelús pero ahora que conozco a mis futuros suegros, ejem, a los padres de Mónica puedo decir que son unas personas encantadoras y estoy contento de haber aceptado hacer las presentaciones.

Ahora que me acuerdo, hoy me ha llamado Jose para ir a ver el fútbol al bar. Hace un mes que no voy los viernes después de trabajar al bar porque estoy con Mónica y no sé nada de él, ni de Edu, ni de Jordi, ni de Xisco... seguro que están bien, como siempre. Espero que encuentren novia pronto y estén igual de bien que yo.

ACTO 3
Han pasado dos meses más y ya no quedan películas pasteleras en la cartelera del cine y por eso ahora tengo que ir por las tardes, cuando acabo de trabajar, a ver la telenovela a la casa de Mónica. Al principio me pareció que llegar a ese nivel era pasarse de la raya pero ahora estoy totalmente enganchado a Betty la Fea. Hoy precisamente han venido las primas y amigas de Mónica a mirarla a su casa y hemos quedado en ir de marcha todos juntos. ¡Que bien! Una marcha con chicas, hacia años que le pedía a los Reyes Magos una. Quizá debería llamar a mis amigos para ver como están y que se unan a la fiesta, quien sabe a lo mejor unimos amistades. Seguramente tengan sus planes, bah! no les llamo con suerte hasta nos los encontraremos por ahi de fiesta y ya se unirán a nosotros. ¡solo chicas y todas conmigo!

Lástima que vengan Marta y Sandra, las mejores amigas de Mónica, que además de pijas y repelentes, no tienen respeto por nada y se cachondean continuamente de mí. Menos mal que mi Mónica es diferente a ellas.

Durante la marcha me sentí algo desplazado viendo numerosos grupos de chicos abalanzarse como halcones hacia el grupo de chicas que me acompañaba (¿o era yo el que les acompañaba a ellas?), pero a pesar de todo estaba bien tomándome mis cubatitas solo en la barra. De vez en cuando venia Mónica a hacerme un poco de caso y con eso me bastaba.

Acabada la marcha me propuso ir a dormir a la casa de sus padres. Como mi casa estaba algo lejos y no había taxis a esas horas por allí, me quedé y dormimos toda la noche abrazados. Fue muy bonito.

ACTO 4
Hoy cumplo 26 años. Para celebrarlo he empezado tirando mi colección de cine porno, adiós Celia Blanco. No he podido evitar soltar alguna lagrimilla melancólica por los muchos momentos que me ha dado en esta vida. Durante todo el día solo he recibido algún que otro mensajito de mis amigos pero ninguno ha comentado nada de ir a cenar o de marcha, que raro. Se me habrán amuermado los pobrecitos.

Ya por la tarde, Mónica me ha dicho a ver si la podía acompañar a Ikea a ver a una amiga suya. Al final todo ha sido una inocente broma para saber como se me da la decoración de interiores. Hace algunos meses la idea me hubiese parecido descabellada pero me ha gustado que me haya sacado el tema porque realmente me apetece compartir el mismo techo con ella. Nos hemos mirado la tienda de arriba a abajo y hemos comprado la revista inmobiliaria para ver si había alguna ganga por ahí.

Se lo he contado a mi hermano y me ha dicho que ya he empezado la penitencia del hombre pre-casado. Es un exagerado que tiene miedo a pasar por el altar, ni que el cura le fuese a atar a una mujer durante toda su vida. Yo soy diferente, yo tengo mucha libertad.

ACTO 5
Hace un mes que nos mudamos a nuestro nuevo hogar. Un pisito pequeñito, acogedor y coqueto en el centro. Mónica se ha encargado de elegir todos los muebles y yo los he cargado desde la tienda y los he montado. La verdad es que tiene buen gusto para la decoración, se podría dedicar a ello. En el mes que llevamos hemos discutido un par de veces por tonterías y hasta una noche tuve que dormir en el sofá, pero los compañeros de trabajo dicen que es normal y que no me preocupe, dicen que "eso es lo que hay".

Me parece raro que no haya venido ninguno de mis amigos a ver el piso, le mandé hace un par de semanas un mensaje a Jose para que se lo dijese a la gente pero me parece que ha cambiado de numero de móvil. Tendré que pasarme un día de estos por su casa para pedírselo de nuevo. Ya empiezo a echarlos mucho de menos a todos, aquí las visitas son siempre amigas de ella y empiezo a estar hasta las narices de la mayoría.

Ahora cada día llego de trabajar y me pongo a hacer las tareas de la casa para que estén hechas para cuando ella llegue después de venir de tomar el café con sus amigas. Ahora tiene más tiempo libre porque ha dejado de ir al gimnasio y no quiero decírselo, pero está poniendo un culo bastante importante. De seguir así tendremos que comprar una nueva cama tamaño King Size para que no me tire al suelo mientras dormimos, quedaría algo justa en el dormitorio pero estaría seguro. Me rio de mi chiste, lástima no tener a algún colega al lado para contárselo, si se lo cuento a Mónica no le haría gracia y me tocaría dormir en el sofá otra vez.

Nuestra relación no funciona demasiado bien y hasta me atrevería a decir que se encuentra en punto muerto. Creo que le propondré tener un hijo o casarnos a ver si así mejora todo. No me apetece para nada que lo nuestro se acabe, ahora que he encontrado una chica que me gusta no quiero dejarla.

ACTO 6
Ayer cumplimos un año juntos y creo que ha mejorado un poco nuestra relación. Me imagino que se debe haber dado cuenta que no me gusta tener continuamente las visitas de sus amigas y que tampoco me gustaban demasiado sus escapadas de tardes enteras tomando café.

Hoy he tenido un mal día en el trabajo, al salir me he parado a comprar el pan y al llegar a casa, desde el recibidor, he visto una extraña nota encima de la mesa.

"Hola cariño,

Hemos pasado un año maravilloso juntos y estoy convencida de que eres el hombre de mi vida, pero estoy hecha un lio a la vez que algo agobiada por la rapidez con la que hemos llevado a cabo todo lo nuestro. Me voy a vivir a la casa de mis padres y en este tiempo de descanso quiero recapacitar y saber si realmente quiero seguir contigo.

Un abrazo"


Ni un mísero beso me mandó al final de la carta. Manda huevos. Estaba claro: el que mucho aprieta, poco abarca. Y yo añadiría también: Y el que mucho aprieta acaba rompiéndolo. Me había centrado exclusivamente en Mónica y había dejado escapar la relación que me unía con mis amigos de toda la vida y ahora no tenia a nadie. Mis amigos han seguido el curso de sus vidas sin mí, aguantando una y otra vez mis excusas cuando me decían de quedar y las amigas de Mónica no me miran ni a la cara.

He cogido el móvil intentando contactar con mi amigo Jose pero ha sido inútil, la operadora me ha vuelto a recordar que tengo mala memoria y que el número ya no existe.

He apagado el móvil para no recibir llamadas a sabiendas de que nadie me va a llamar y me he ido a la cama. Al llegar a la habitación y mirar la cama vacía me ha invadido un tremendo sentimiento de tristeza, la cama hoy me ha parecido mucho más grande y más fría de lo normal.

Pienso en algo bueno para pasar el mal trago y me acuerdo que este sábado he quedado con los compañeros de trabajo para salir de marcha.



Tome nota el aprendiz: Si usted padece alguno de los síntomas arriba expuestos, huya cobárdemente cual conejo y no se meta en la penitencia que se le está a punto de aplicar.