sábado, 19 de enero de 2008

Las máquinas de agua

Hace algunos años un artilugio imprescindible en cualquier empresa seria que se precie era la neverita, una nevera sin congelador de un metro veinte de alto y normalmente cargada a conciencia para el avituallamiento del personal. Dependiendo de si estaba en una oficina o en un taller podías encontrar agua o cerveza respectivamente, pero lo que era seguro es que siempre estaba llena y siempre podias ir a servirte un vaso del quinto elemento o una lata del brebaje mesopotámico. Siempre habia un responsable de llenarla, normalmente el que le venia el super de camino para llegar al trabajo.

Todo eso, en el caso de las oficinas, pasó a la historia desde la llegada de la máquina de agua. Una máquina a la que se le pone una garrafa de agua al revés en su parte superior y que se encarga de enfriar o calentar el agua.

Todos debeis conocer la maquina de la que os hablo, lo que no debeis conocer (o no os habeis fijado) es a los escaqueadores. Esas ratas de oficina que beben más agua que los peces del villancico pero prefieren morirse de sed si la garrafita está vacia. He llegado a pensar y compararlos con camellos (inserte su chiste sobre drogas aquí), por su capacidad de retener líquidos. Por eso me he atrevido a clasificarlos en tres grandes grupos: los del vasito, los de la botella de litro y medio y las chicas.

LOS DEL VASITO
Los del vasito son conocidos facilmente: llegan a la máquina seca, ponen cara de "creo que va a llover y me he dejado el paragüas en el coche" y se van, o bien a otra sala buscando una máquina con suministro, o bien se vuelven disimuladamente a su sitio para volver más tarde a probar suerte. Si se dan cuenta que los estás mirando disimularán y harán como si se van al baño. Rarísima vez cambian la garrafa y cuando lo hacen de vez en cuando sueltan algun que otro sonido inaudible, probablemente acordándose de la familia de los embotelladores del Agua los Cloticos.

De vez en cuando, ya sea debido al sueño del momento matutino o por innata torpeza del escaqueador al sacar el vaso lleno de debajo del pitorro, éste se engancha con el borde del vaso con el consecuente derribo y charco de agua, acompañado siempre de un "¡¡mmmierda!!" bien vocalizado. El escaqueador nunca irá a por una fregona para arreglar el desaguisado, buscará con la mirada a ver si les ha visto alguien y si es así tratará de que lo friegen ellos alegando el no saber donde está la fregona o que en su casa frega su madre, en caso contrario, como mucho, pondrá unas cuantas servilletas para evitar el escoñamiento de algún compañero de sala pero dejando al final del dia una pasta de papel mojado bastante asquerosa.

LOS DE LA BOTELLA
Estos son peores que los primeros porque actúan premeditadamente, tienen un control absoluto sobre la maquina y su nivel de líquido. Son capaces de llegar cuando en la garrafa hay dos litros de agua para rellenarse su botella de litro y medio. Estos especuladores agüiles prefieren beber agua del tiempo en pleno agosto que tener que levantarse y lidiar con la deshonra de la posibilidad de cambiar de garrafa. En dos años de estudio teniendo la máquina a la vista nunca se ha dado el caso de que este tipo de personas la cambien, básicamente porque controlan al entrar en la oficina el nivel de agua que tienen todas las fuentes cercanas a su mesa.

Es curioso que los escaqueadores son los primeros que se quejan animadamente de la falta de garrafas llenas alegando que la empresa les quiere matar de sed. También es digno de mención que cuando oigan que alguien está hablando sobre los escaqueadores ellos comentan que cada dia cambian la garrafita y que ese dia no la han cambiado en señal de protesta.

LAS CHICAS
Tambien tienen cabida las chicas, las mujeres que, a pesar de largos años de lucha por la igualdad se acuerdan en ese momento de que son el sexo débil y no pueden levantar la garrafa, son 19 litros y eso pesa mucho. Y manipuladoras, como no, embaucan al tio más cercano, al pardillo para que haga el esfuerzo y se pince las vértebras por ellas o al chico buenorro que les gusta para ver como se agacha a coger la garrafa, rollo anuncio del chico Coca Cola. En el 80% de los casos cambiarán la garrafa. El 20% restante son casos de recien casados, lisiados, escaqueadores profesionales o que la chica es un troll.


Después de clasificar a los escaqueadores no me queda otra que hacer un llamamiento al reconocimiento de la figura del Aguador, ese tipo que se encarga de quitarle la sed a todo el equipo. Que contraten a personas dedicadas a aguar, a cambiar garrafas o a rellenar vasos y botellas. ¡Queremos un aguador! ¡Hombre ya!

jueves, 10 de enero de 2008

Carlitos

Otro dia de oficina, otro atasco matinal (gracias a la inhabilitación del transporte público que tan alegre y religiosamente utilizaba a diario) y después de la tediosa búsqueda de parking llego a la fria sala llena de ordenadores, cables, pantallas planas... y Carlitos.

Carlitos es un joven de unos 22 años, bajito, con peinado Alcántara (coincidiendo en peinado y nombre con el pequeño de la familia televisiva), camisa de cuadros, pantalones que dejan ver sus calcetines blancos sport y gafapasta. Acaba de encontrar su primer trabajo después de nutrirse de la sabiduria de la docencia de Formación Profesional, rama Informática, y que mantiene la ilusión por todo aquello que sea aprender y convertirse en un Bill Gates. Todo porque le dijeron que se metiese en la informática que tendria mucha pasta (como no sea de los macarrones y sopa de fideos Hacendado...). Por eso llega cada dia veinte minutos antes que nadie para repasar la documentación de la empresa. La misma documentación que yo utilizo para limpiarme el culo.

Hace una semanita llegó el gerente a mi mesa mientras estaba absorto estudiando los ultimos párrafos de la crónica de la jornada de Marca para decirme que en quince minutos llegaba un nuevo desarrollador y que lo tenia que integrar en el equipo.

- ¿Es bueno? - pregunté al gerente.
- Segun me han dicho es un experto en programación web y PL/SQL.

En ese momento me entro una extraña sensación de miedo. Sabia que la empresa que aporta soporte humano habia vuelto a horadar los anos pecadores de las chicas de Recursos Humanos vendiéndoles la moto con otro chaval que no tiene el perfil solicitado. Siempre hacian lo mismo, traian Cruzcampos a precio de Paulaners.

A los veinte minutos me presentaron a Carlitos que, por lo que se ve, congenió perfectamente con el gerente y que con dosis de "buen rollo" y un gran feeling les hizo deshacerse en risitas y cumplidos varios. Cada vez que el gerente explicaba lo buena, lo seria que era la empresa y las posibilidades promoción Carlitos respondia asintiendo feliz con la cabeza.

- Carlitos, ¿has trabajado con Developer?
- Claro jefe, ¡¡lo inventé yo!!

Todo ese buenrollismo me hizo imaginar a Carlitos como el juguete sexual del Gerente. Ya veia unas rodilleras en los cortos pantalones de Carlitos que antes no estaban alli. Los veia rebozados en una pelea de barro. Los veia desnudos viendo videoclips de Locomia y de Village People. Los veia en la plaza de Chueca cantando la ultima canción de los Backstreet Boys embozados en tangas de colores.

Aquello era demasiado, no aguantaba más. En ese momento se me nubló la vista y se volvió todo blanco. Fui a por un vaso de agua. La maquina del agua estaba justo al lado de Marta, la secretaria más simpática y atractiva que jamás haya visto. Tan alta, tan rubia, tan voluptuosa. Sus grandes pechos desafiantes a todas las leyes de la gravedad hicieron deshacerme de esos pensamientos que estaban pateando las pelotas de mi heterosexualidad.

Volví a entrar en la sala y volvia a ver una imagen más normal, nada de barro, nada de Locomia. Solo veia una Cruzcampo y un obeso gerente con pelo largo y traje con corbata que hablaba con un sonriente chaval. Todavia no estaba recuperado del todo. Me dieron unas dos horas para explicar a Carlitos los conceptos básicos, normas internas, estandards y la mierda de aplicación con la que Carlitos tenia que lidiar a partir de ahora. Él me miraba con ojos como platos y de vez en cuando asentia convencido con la cabeza. Yo sabia que él no estaba entendiendo nada pero seguí a lo mio.

Al acabar las dos aburridas horas de monólogo le pasé mi correo y le dije que a la menor duda no dudase en consultarmela. A los diez minutos de llegar a mi puesto de trabajo ya me estaba tocando los cojones llenándome la bandeja de entrada de mails, en total creo que fueron seis.

Pasaron un par de dias y al mismo ritmo que yo me fui cansando de responder a sus mails él se fue cansando de mandarlos. Yo pensé que ya habia cogido el hilo del trabajo pero resultaba que se estaba aburriendo, le metian prisa desde gerencia, se sentia desbordado, sin ideas, perdido en un revuelto mar de dudas. Solo tenia un salvavidas y no me volvió a mandar más mails de dudas. Sentia pena porque anteriormente yo me encontré con la misma situación, pero no podia ayudarle.

Hoy me he enterado que Carlitos ha dado los quince dias a la empresa. Se va a trabajar a una tienda de chucherias de propiedad familiar.

¿Quien tiene la culpa de los fracasos laborales?

viernes, 4 de enero de 2008

Adios 2007

Treinta y uno de diciembre, trajeado y encamisado, con casi dos paletillas de cordero en mi estómago y delante tuya en ese oscuro callejón, infectado de ratas, húmedo y sin salida. Te tengo arrodillado pidiendo cleméncia, llorando, suplicando perdón, pero ya es demasiado tarde. Te abofetearia y zarandearia antes de ensañarme a puñetazos contigo pero no vale la pena, estás acabado.

Has sido responsable de la enfermedad de un familiar cercano, me has desastibilizado laboral y personalmente, no me has aportado nada excepto problemas. Pero no me liaré a puñetazos contigo maldito Dos Mil Siete, simplemente te miraré fijamente con una amplia sonrisa en mi boca y dejaré pasar los minutos hasta que desaparezcas para nunca más volver a existir.

Hasta nunca Dos Mil Siete.
Hola Dos Mil Ocho.