lunes, 16 de junio de 2008

Capitulo 1: El Todo Incluido (1/4)

Los hoteles de todo incluido son aquellos en los que te puedes hinchar a comer y beber durante todo el día por un precio bastante ajustado. Muy adecuados para la actual crisis, para los bolsillos estrechos y para las personas que buscan un tipo de relax que incluya una buena ración de marcha. La marcha no está incluida en el paquete ya que la "disco" del hotel cierra a la una, demasiado pronto para un alma nocturna como yo.

Como cada año (desde hace ocho ya) disfruto junto con un puñado de amigos de un fin de semana relajante rodeado de paz, de playa, de naturaleza y de la flora y fauna (autóctona y foránea), sobre todo fauna que campa a sus anchas por el hotel. Todos ellos con olor a aftersun, lenguaje extraño, embriaguez total y un color rojo Ferrari de piel.

¿Quien ha dicho que ser guiri es fácil?

- Te tienes que asar literalmente bajo el sol, porque has venido pocos días y el bronceado se cotiza bastante bien por los países nórdicos.
- Tienes que emborracharte y hacer cánticos que para alguien que no sabe de idiomas tiene semejanza al balar de una oveja enfadada.
- Tienes que apestar (ya obviamos el verbo oler) a aftersun durante todo el día.
- Tienes que vestir con sandalias y calcetines blancos como seña de identidad porque dudo que con la calor que hace sea porque todos tienen los pies fríos.
- En pleno año de eurocopa tienes que ir a ver el fútbol adornado con la correspondiente camiseta que viste la selección de tu país.
- A pesar de estar en un hotel en medio del campo en forma de bungalows y con un precio tan ajustado, te tienes que quejar por todo lo que te moleste, aunque se obvio. Como aclaración diré, querido guiri, que en el campo hay hormigas y que si te echas la siesta tumbado en el césped de delante de tu habitación, es probable que se te suban algunas por la entrepierna.

Nosotros lo hemos intentado pero solo hemos llegado a conseguir grandes méritos, aunque sobradamente, el segundo punto. Para nosotros sonaban bien nuestros cánticos, pero he de reconocer que el idioma mallorquín a oídos externos en plena verborrea etílica puede sonar de lo más desagradable.

Cada uno de los siete integrantes de esta expedición tuvo su papel dentro del equipo pero destacaré a dos de ellos. Del primero diré que se emborrachó a las dos horas de pisar tierra hotelera y luego se dedicó a intentar sin descanso y sin éxito la conquista de la mujer extranjera, y del otro diré no se perdió ni una sola de las seis comidas diarias (desayuno, almuerzo, comida, merienda, cena, post-cena a las dos de la noche o así).

Los detalles me los guardaré para mi recuerdo, aunque no me acuerde de la gran mayoría de ellos, y para el lamento de los que no vinieron y intentaré conseguir alguna que otra foto poco conflictiva para vuestro regocijo y para ver si me ayuda a refrescarme la memória.

Con este evento doy por empezada una serie de cuatro fines de semana, cada cual más intenso e interesante. Hotel, Sant Joan a Ciutadella, cena de final de temporada del fútbol (con autocar de trasporte inclusive) y fiestas de mi pueblo.

Seguiremos informando.

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