viernes, 9 de noviembre de 2007

Carta de una barriga en peligro de extinción

Querido gordo:

Soy tu barriga, Clotilde. Sí, esa montaña horizontal de carne que tienes encima del pene, esa soy yo. Desde hace muchos años siempre he pensado que entre tú y yo había una relación especial: me cuidabas, me mimabas, me preguntabas por el estado de tu pene e incluso hablabas conmigo de los problemas que tenías con los cinturones o los pantalones. Pero de un tiempo a esta parte creo que te he hecho algo y no se el que... ¿donde están los chuletones de Ávila con vino tinto? ¿donde están los Donuts de chocolate?.

Todo empezó hace muchos años cuando tu madre te decia eso de "acábate todo lo del plato", en aquel momento empecé con mi crecimiento incluso antes que el tuyo, cosa por la que recibias apelativos como "pelotilla", "albóndiguilla con patas" o "Piraña" pero por aquel entonces no parecía importarte en absoluto.

Después tuvimos nuestros altibajos cuando te apuntaste a atletismo o a natación. Yo se que me querías y que solo practicabas deporte porque tu mamá te obligaba, pero tengo que decirte que si no llega a ser por las tabletas de chocolate Nestlé con Quelitas que te comias cuando estabas solo en casa habría muerto. Por eso te doy las gracias.

A los catorce años descubriste el McDonalds, el Telepizza y los Phoskitos. Grandes dosis de colesterol inundaban tu organismo y se depositaban en mí para mi regocijo personal, pero luego vinieron las vacas flacas cuando diste el estiron a los dieciseis años. Tuvimos otra de nuestras crisis que supiste solucionar a base de entrecottes, vino tinto, helados de chocolate y grandes tardes de cerveza con tapita.

Desde entonces habíamos vivido en paz y armonía, tú comías y yo crecía. Llegó un momento que incluso me pensé que estabas preñado, resultó ser una falsa alarma, solo tenias gases. Pero actualmente parece ser que te han entrado las ganas de joderme de nuevo, has cambiado tus hábitos alimenticios sin previo aviso: las ensaladas no me gustan, la soja, el tofu o los canónigos me revuelven el estomago. Y por si fuera poco el hecho de apuntarte a jugar a futbol implica hacer abdominales y recibir algun que otro balonazo. ¿A que viene todo esto? ¿Ya no me quieres?. Siempre he tenido una gran relacion con tus pieses a los que veia a diario y me cachondeaba de ellos por lo bien que estaba yo y lo mal que estaban ellos, ahora poco a poco los veo menos, ¡apenas ya les veo los dedos!

Es preocupante como mi atractiva figura de unicurva se ha convertido ya en bicurva y según parece, lo peor está por llegar... ¡¡y a tu edad!!. Si lo que tienes que hacer es casarte y alimentarme bien para poder ser felices como antaño, ¡hombre ya!.

Desde dos palmos más abajo que tu barbilla te pido que reconsideres la opción de jugar a futbol, que te acuerdes de las tardes de futbol en el sofá con cerveza y platos de jamón y que me dés una oportunidad.

Atentamente.
Clotilde.

1 insensatos contestaron:

Anónimo dijo...

jajajajajajaja!

Muy bueno!! De los mejores, no podia parar de reir...