martes, 11 de marzo de 2008

Aquí me quedo

Miró hacia ambos lados del local y solo quedábamos mi cerveza y yo. Se acarició levemente la barba mientras dirigió la vista hacia su vacio vaso.

- El bar es mio y aquí me quedo. Se dijo a sí mismo con una amplia sonrisa en la boca.

Entró riéndose con un buen empujón a la puerta que se oyó por todo el local. El dueño, detrás del montón de vasos sucios que abarrotaba la barra, miró con desdén a aquel individuo que habia acabado con la tranquilidad y monotonía del lugar. Los habituales clientes apoyados en la barra que beben para olvidar hasta que se olvidan que están bebiendo ni se inmutaron y siguieron intentando dar solución a sus numerosos problemas y errores.

La hija del dueño, Célia, una joven de unos 18 años, se encargaba de limpiar las pocas mesas del bar y hacia ella se dirigieron las primeras miradas del desconocido. Pidió un whisky con agua y se acercó a la niña con intención de conversar. No tardó en intervenir el padre.

- ¿Donde te crees que vas?. Aléjate de ella si no quieres tener problemas.

Como si de una pared se tratase hizo caso omiso de las palabras y siguió a lo suyo. El dueño cogió el cuchillo más grande que tenia a mano y saltó la barra bruscamente. Al llegar a él, y sin llegar a decir palabra, el anónimo le propinó un puñetazo en la parte baja del estomago y otro de gran violencia en plena cara que le hizo desplomarse en el suelo sin sentido y sangrando por nariz y boca.

La niña salió del local aterrorizada corriendo y gritando pidiendo auxilio y varios de los borrachos presentes hicieron lo propio a los pocos segundos, después de encontrar la puerta de salida.

Los dos restantes le plantaron cara pero con su estado no hicieron otra cosa que recibir el mismo trato que el dueño y acompañarlo en el frío suelo.

Después de unos segundos de reposo se acercó a la barra, le dio un largo trago a su whisky y se sentó en un taburete. Miró hacia ambos lados del local y solo quedábamos mi cerveza y yo. Se acarició levemente la barba mientras dirigió la vista hacia su vacio vaso.

- El bar es mio y aquí me quedo. - Se dijo a sí mismo con una amplia sonrisa en la boca.

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